domingo, 27 de noviembre de 2016

 HIPOCRESÍA.

Ha muerto un asesino despiadado que se apropió de bienes y vidas cubanas y venezolanas y que consiguió parcialmente someter a otros pueblos  a través tiranos que tuvo a su servicio.

Es una hipocresía decir que,por aquello del cristianismo, no se debe uno alegrar por la muerte de dictadores por más sangrientos que sean ,permitiéndose sin embargo demostrar felicidad  por la oportunidad de libertad que le deja a sus oprimidos pueblos.

Yo celebro su muerte con aplausos ensordecedores, bebió haber ocurrido mucho antes. Mi condición de ateo no me permite solazarme imaginándomelo en el infierno.

Considero incluso que acabar con la vida de los opresores de la libertad cuando no hay otra forma de deshacernos  de ellos, es una obligación moral, un derecho humano cuya renuncia entraña indignidad, pues no de otra forma se puede comprender que la única vida que tenemos la dejemos , por temor,al arbitrio de un déspota cualquiera.

Aquí en Guayaquil, para verguenza propia y ajena, el municipio autorizó un busto nada menos que en el malecón Simón Bolívar,al Che Guevara, quien asesinó con saña a los opositores de Fidel y luego viajó a Bolivia a continuar su masacre.

¿Vendrá ahora un busto a Fidel?

Cuando acabe esta pesadilla ya la mafia que nos gobierna habrá huido o estará pagando sus delitos en las cárceles y los hombres libres haremos una fiesta cívica destruyendo en magnas ceremonias toda la afrenta pública que dichas estatuas nos han infringido.


Jaime Vernaza